Empezando por su símbolo (K, del alemán kalium), el potasio es un metal peculiar. Es tan blando que puede ser cortado fácilmente con un cuchillo, y tan ligero y liviano que flota sobre el agua, aunque reacciona violentamente en contacto con ella.
Desde su aislamiento en el año 1807, se ha convertido en un elemento imprescindible. No existe ningún material que pueda sustituirlo: “Como metal, su uso industrial es escaso, pero origina numerosos compuestos de gran utilidad”, explica Noemí Badia, Product Manager de Barcelonesa.
Del potasio derivan más de 50 compuestos químicos, cada uno con una aplicación diferente utilizados en procesos indispensables en la vida cotidiana, y tampoco habría vida sin él. Es esencial en la dieta de todo ser humano y para el crecimiento de las plantas.
Ciertamente, en la industria una de las principales utilidades de los derivados químicos del potasio es como fertilizante, destacando en este aspecto el cloruro, el sulfato y el nitrato de potasio. En cambio, el clorato de potasio se utiliza para matar las malas hierbas.
Otro campo en el que destaca es el alimentario. El bromato de potasio se añade a la harina para hacerla más fuerte y aumentar su densidad, mientras que el bisulfato potásico se utiliza para conservar los alimentos, el vino y la cerveza. Y, por otro lado, el bisulfato también sirve para limpiar y decolorar telas, y para teñir el cuero.
La lista de derivados y utilidades de este elemento químico es larga y variada: con el nitrato de potasio se realiza vidrio templado; el cianuro de potasio se emplea en la minería de oro; o el superóxido de potasio, que permite suministrar oxígeno a los tripulantes de naves espaciales y submarinos.
En Barcelonesa comercializamos más de 45 productos derivados del potasio, entre los que Noemí Badia destaca el hidróxido potásico (potasa): “el KOH participa en numerosos procesos industriales, como la producción de carbonato de potasio, fertilizantes, jabones, galvanoplastia, herbicidas, catalizadores, oxidantes, medicamentos y pilas alcalinas, entre muchos otros”, señala.
Por suerte para la industria, se trata de un elemento presente de forma masiva en la naturaleza (es el séptimo metal más abundante en la corteza terrestre), y no existe riesgo de desabastecimiento: se encuentra principalmente en rocas ígneas, lutitas y sedimentos, además de en yacimientos minerales de compuestos solubles en agua, como la silvita.