Cuenta la historia que, en 1618, un granjero de Epsom (Inglaterra) quería dar a sus vacas agua de un pozo cercano, pero que estas la rehusaban porque tenía un sabor amargo. Sin embargo, el agua parecía curar los rasguños y erupciones cutáneas de los animales. El granjero de Epsom acababa de descubrir el sulfato de magnesio. Pero no fue hasta 1775 que el magnesio (MG) fue reconocido como elemento químico y hasta 1808 cuando fue convertido en metal por primera vez. Desde entonces, se ha vuelto un elemento esencial en la industria y por este motivo es el protagonista del cuarto artículo de esta serie de textos en motivo del Año Internacional de la Tabla Periódica.
Una de las características que hacen del magnesio un material tan importante para la industria es precisamente su abundancia en la naturaleza y su fácil extracción. “Es el tercer metal estructural más abundante en la corteza terrestre”, explica Olga Juste, técnica comercial del Grupo Barcelonesa. “Se obtiene sobre todo de minerales rocosos como la dolomita y la magnesita y su extracción no requiere de procesos químicos complicados y económicamente no es muy cara”, subraya Juste.
“Debido a su bajo peso y su capacidad para formar aleaciones mecánicamente muy resistentes” es muy apreciado como metal, afirma la técnica de Barcelonesa. “Tiene una densidad de sólo dos tercios de la del aluminio”, especifica Juste. Aleado con el aluminio, cobre o cinc, el magnesio es muy usado para construcciones o productos donde el ahorro de peso es de importancia. “Lo encontramos, por ejemplo, en los envases de bebidas o en componentes de automóviles”, afirma la experta.
El otro gran uso industrial del magnesio es en forma de sales. “Los fabricantes de abonos lo añaden a sus fórmulas en forma de sulfato de magnesio porque es un nutriente esencial en agricultura para el crecimiento de los cultivos”, explica Juste. El óxido de magnesio, por su parte, es ampliamente utilizado “como material refractario en hornos porque no se funde hasta llegar a temperaturas muy elevadas”, indica la portavoz de Barcelonesa. En concreto, el punto de fusión del óxido de magnesio es de 2.852 grados. Estos hornos se utilizan para la producción de hierro y acero, metales no férreos, cristal y cemento.
También en forma de sales, el magnesio es utilizado como agente reductor en la obtención de uranio y otros metales. Los gimnastas y levantadores de pesos llevan colgada de la cintura una bolsa con polvo de carbonato de magnesio que se espolvorean en las manos para mejorar el agarre de los objetos. Otros usos incluyen flashes fotográficos, pirotecnia y bombas incendiarias, debido a la luz que despide su combustión. Finalmente, Olga Juste destaca su importancia para la eliminación del flúor en la depuración de aguas residuales.
Su amplitud de usos, así como su fácil disponibilidad y su baja densidad, hacen del magnesio un elemento químico difícilmente substituible en la industria.