La sal, el cloruro sódico, ha sido un elemento preciado desde los inicios de la humanidad. Se cree que fueron los egipcios los primeros en utilizarlo como conservante alimentario, pero siempre ha sido un elemento transaccional utilizado como moneda en muchas épocas.
A nivel nutricional y alimentario el sodio es esencial para el funcionamiento celular y de los neurotransmisores pero, consumido en exceso, influye decisivamente en el aumento de la tensión arterial y el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares: según la OMS, en 2017 murieron 17,8 millones de personas por esta causa, el 32% de todas las muertes a nivel mundial.
Y aunque la Comisión Europea, siguiendo criterios de la OMS, recomienda que los adultos no consuman más de 5 g de sal al día, que aporta unos 2 g de sodio, en la mayoría de los países de la Unión, se consume una media diaria de 7 a 12 g de sal.
Pero ¿puede reducirse el consumo de sodio a niveles aceptables? La respuesta es sí: se puede y se debe según las tendencias gastronómicas y nutricionales que vendrán impuestas por la normativa Europea, al igual que lo fue el exceso de azúcar. En 2008 la UE estableció un Marco de Iniciativas Nacionales para la Reducción de Sal, en el que se promueven una serie de políticas para disminuir el consumo de sodio en la Unión Europea, con un objetivo de reducción del 16%.
No se trata de eliminar la sal común de los alimentos, ya que por ejemplo su demostrada efectividad antimicrobiana previene el deterioro rápido de los alimentos procesados, que de otra manera podrían no ser inocuos para la salud, sino de moderar su consumo.
Entre las medidas para la reducción de sodio en la dieta, los organismos sanitarios y nutricionales apoyan su sustitución por la ingesta de alimentos ricos en potasio, tales como frutos secos, hortalizas y guisantes, además de plátanos, papaya y dátiles. En el ámbito legislativo en España no existe una norma al respecto, pero la creciente preocupación de los consumidores por su salud ha llevado a muchas empresas agroalimentarias a desarrollar y comercializar alimentos con bajos niveles de sodio para reducir las enfermedades asociadas a su consumo.
Y aunque el principal motor de cambio de los hábitos alimentarios son los consumidores, la industria está trabajando para innovar en el ámbito de la salud sin disminuir las propiedades gustativas. Por ejemplo en Grupo Barcelonesa hemos desarrollado una solución, NaReduktean, que permite reducir el 40% de sodio en los productos alimenticios y es muy fácil de usar, porque 1 medida de NaReduktean equivale a 1 de sal sódica común en las recetas o fórmulas.
NaReduktean® es una sal mineral natural con un alto contenido de cloruro de potasio que sustituye la ingesta de sodio, y es adecuada para el Clean Label de productos alimenticios.
El etiquetado limpio (Clean Label) es una iniciativa que responde a la demanda de información clara y fiable por parte de los consumidores respecto de la composición de los alimentos que consumen.