Hace cientos, miles de años, que las personas añadimos sustancias naturales a los alimentos (sal, azúcar, vinagre, etc.) para mejorar su conservación, alargando su vida útil. Hoy en día, los aditivos alimentarios no sólo se utilizan para la conservación de los alimentos, sino también para mantener su aspecto, sabor, textura, frescura, salubridad, e incluso su valor nutritivo. La demanda de la industria es creciente ya que cada vez hay más alimentos procesados en supermercados y tiendas de conveniencia.
Por otro lado, los consumidores demandan que los aditivos alimentarios sean cada vez más naturales, que no se empleen innecesariamente, y exigen conocer la composición de los alimentos que compran mediante un etiquetado claro y comprensible. Se acepta los ingredientes funcionales como una especie de mal necesario para poder tener acceso a determinados alimentos que, de otra manera, sería imposible consumir, pero a la vez se exige que aditivos más naturales sustituyan a los tradicionales, percibidos habitualmente (y, en muchos casos, equivocadamente) como nocivos.
Hay que partir de una base técnica: todos los aditivos autorizados que se utilizan en la industria alimentaria son seguros, y las autoridades competentes (EFSA, en el caso europeo) fijan las cantidades aceptables de ingesta diaria para marcar los límites en su incorporación a los alimentos. Dicho esto, no es menos cierto que los fabricantes de ingredientes funcionales estamos innovando constantemente para desarrollar aditivos cada vez más naturales, como pueden ser los basados en fibras vegetales naturales, que tengan las mismas funcionalidades que los tradicionales y sean percibidos como más saludables, a la vez que mejoran las propiedades nutricionales de los alimentos.
El etiquetado limpio (Clean Label) es una iniciativa que responde a la demanda de información clara y fiable por parte de los consumidores respecto de la composición de los alimentos que consumen. No se trata de confiar en argumentos más o menos engañosos del tipo “sin conservantes ni colorantes”, “sin ingredientes artificiales” o “100% natural” impresos en las etiquetas, sino de constatar mediante análisis y evaluaciones objetivas cuál es la composición real de un alimento, educando a los consumidores sobre lo que están comiendo.
Creemos que esta es la clave del etiquetado limpio: educar al consumidor para que sea consciente de lo que compra y consume, alejándole de falsas presunciones y mensajes ambiguos. Los consumidores eligen con mayor frecuencia productos de empresas que consideran que están concienciadas con el medio ambiente y la sostenibilidad, y Clean Label es una muestra de ello.
Desde Barcelonesa Food Solutions colaboramos en el objetivo de la sostenibilidad mediante la investigación y desarrollo de formulaciones cada vez más naturales y saludables, haciendo de los ingredientes funcionales un verdadero valor añadido en el procesado de alimentos.
