El aluminio es uno de los materiales más eficientes y sostenibles. Se puede utilizar prácticamente en cualquier condición climática, reúne las características requeridas para un buen aislamiento térmico y ahorrar energía además es ser completamente reciclable.
Gracias a las innovaciones en los procesos de producción, a principios de los años 20 el precio del aluminio se redujo en un 80%, lo que resultó en su popularización para todo tipo de aplicaciones estructurales, mecánicas y decorativas: puertas, ventanas, correderas, techos, celosías, balaustradas, y un largo etcétera.
Pero no sólo las ingenierías o las artes decorativas adoptaron el aluminio rápidamente, también las industrias de la alimentación, la cosmética y la farmacéutica entendieron los beneficios de este metal creando latas, botes, tubos o herramientas de alta precisión.
Hoy, gracias a su maleabilidad, capacidad de aislamiento y reciclabilidad casi infinita, el uso del aluminio tiene un crecimiento estable de más del 6% anual.
Una de las propiedades más apreciadas en muchas aplicaciones del aluminio es su brillo, peculiar y característico. Para conseguir esa superficie brillante y específica del aluminio no hay solución mejor que el Brillo Químico o Chemical Brigthness, uno de los pre-tratamientos del aluminio anodizado, normalmente combinado con un pulido mecánico previo para que el metal alcance mayores niveles de brillo.
¿Cuál es la diferencia con otros abrillantados?
Ningún otro proceso de abrillantado produce un brillo igual. Este aspecto estético del aluminio es particularmente importante para las industrias que requieren una estética con acabados de lujo, como la perfumería o la alta cosmética. Otra industria que persigue el talante más exquisito del aluminio es la decoración interior, la perfilería de aluminio, así como los diseñadores industriales que lo usan en los nuevos modelos de coches o en lámparas de todo tipo.
El secreto está en el efecto combinado de los productos químicos que componen la solución: las aristas más salientes se suavizan gracias a la disolución controlada, y los valles o fisuras no son atacadas, por lo que no aumentan su tamaño o profundidad, resultando en una superficie lisa que dispersa la luz de forma característica, muy diferente al mero pulido mecánico que produce un alisamiento por fricción, rellenando las fisuras con el propio material.
¿Qué aluminio le saca más partido a nuestra solución?
Especialmente aptas para este tipo de tratamiento son las aleaciones de la serie 6000 y 5000, utilizadas en aplicaciones en las que se requiere desde resistencia a la corrosión, alta dureza y buen comportamiento a tratamientos superficiales o un excelente acabado superficial; aplicaciones en las que el aluminio no juega sólo un papel estructural sino estético. Un metal protagonista y brillante.